San Joaquín, Santiago
17/12/18
Rasgos de la situación política
El rasgo más característico del actual momento político es el debilitamiento de las fuerzas del gobierno y el incremento sostenido de la resistencia popular. La convergencia de estos dos fenómenos, que hemos advertido en otras coyunturas del periodo (2011, 2013 y 2016), se da en esta oportunidad en un escenario global completamente diferente.
1. La crisis del bacheletismo, que en primera instancia sirvió a la articulación del bloque piñerista, demuestra las dificultades que enfrenta la clase dominante para asegurar la hegemonía sobre el movimiento de masas. La bancarrota del proyecto socialdemócrata, por otro lado, acentúa la limitación objetiva del neoreformismo, pues la exclusión de la socialdemocracia del movimiento de resstencia impide que las posiciones vacilantes e intermedias del neoreformismo adquieran notoriedad. Por eso, la alternativa neoreformismota, lejos de representar una posibilidad real de combate frente a la situación presente, se muestra como un espejismo, que de concitar el apoyo de las masas, las condenaría a una derrota profunda y, a todas luces, innecesaria.
Piñera se proponía representar una alternativa de conducción frente al frustado ciclo reformista, que profundizando el giro dado en 2015 por la Nueva Mayoría y el gobierno de Bachelet, hacia una estabilización de la situación política sin más reformas ni concesiones a los movimientos sociales; como una manera de resolver el deterioro de la acumulación de capital, fortalecer la base social del bloque dominante y, mediante maniobras ofensivas, neutralizar la resistencia popular y golpear sus redes y organizaciones.
La estrategia del bloque piñerista consistió en menoscabar la posición de fuerza alcanzada por la Nueva Mayoría, movilizando, de manera activa, a los gremios patronales y a las franjas enardecidas de la pequeña-burguesía propietaria.
La situación política se caracteriza por el retorno al debilitamiento táctico y agudización de contradicciones. El movimiento de resistencia fortalece sus posiciones. Los rasgos persistentes del periodo, lleva a un nuevo nivel de desarrollo estas contradicciones. El rápid cierre de la estabilización. Con potencial agotamiento táctico: Piñera sacrificó su ascendente hegemónico sobre las masas con la ofensiva. Perspectivas reducidas de este ciclo de gobierno: riesgo de que la crisis de conducción se agudice y perme al resto de los aparatos de Estado.
En este sentido, es relevante definir el carácter de las tensiones recientes entre el ejecutivo y las fuerzas de orden. Por un lado, se genera autonomía de los aparatos represivos, mayor al del resto de años de transición democrática. Este aspecto representa la manifestación superestructural de la posición global de fuerzas y su expresión en la correlación interna de los aparatos de Estado.
18/12/18
Sobre la crisis de mando
La cuestión de la crisis de mando no significa que la clase dominante quede en la inactividad, es decir, que pese a las dificultades que enfrenta la unidad de las filas del régimen, la actividad de la clase dominante no se detiene, precisamente porque dos elementos constitutivos de esta unidad, fragmentándose como un abanico, adquieren niveles de autonomía relativos superiores. Esta intensificación de la actividad de los aparatos de fuerza, y toda actividad autonomizada, se propone resolver la crisis de unidad o conducción del poder político.
La crisis de mando, cuyos rasgos más notorios son la autonomización de los aparatos de Estado y el debilitamiento de la hegemonía al interior del Bloque dominante, puede, si las circunstancias lo precipitan, convertirse en una verdadera crisis de dominación. Y nuevamente, esto no impedirá la acción de la clase explotadora, sino que la hará más dificultosa. Lo relevante de todos estos fenómenos es que favorecen la iniciativa y actividad de las masas, pues objetivamente, debilitan la capacidad táctica de la clase dominante.
19/12/18
Sobre la huelga de masas
La huelga de masas tiene en los recientes acontecimientos de Valparaíso un perfecto espejo que muestra no sólo cómo puede desarrollarse un proceso ascendente y multiforme de lucha de masas, sino que además indica la manera en que se produce la imbricación de las tendencias centrales y accesorias de la lucha de clases.
Ambos aspectos están obviamente relacionados. Por un lado, el salto cualitativo de la resistencia popular, propio de esta coyuntura, se inscribe…
19/12/18
La situación política y el movimiento de resistencia popular
Son dos los rasgos más significativos de la situación política:
A) el debilitamiento acelerado del gobierno y las fuerzas del régimen
B) el salto cualitativo del movimiento de resistencia popular
En general, estos rasgos surgen de una crisis socio-política de cuya dinámica tenemos antecedentens; y que, grosso modo, posee la siguiente lógica: ofensiva burguesa, que abre un ciclo de resistencia popular, en el cual se engendra una contraofensiva de masas.
En 2011, la contraofensiva fue impulsada por la pequeña burguesía precarizada, el movimiento regional y el movimiento huelguístico de la clase obrera.
En 2013 se desarrolló un proceso de diferenciación interna en el movimiento de masas, en menoscabo de su masividad, que separó aguas entre una línea de acción independiente y aquellas tentativas reformistas que desembocaron en la recomposición de la oposición burguesa y la constitución de la Nueva Mayoría.
En 2016 se profundizó esta diferenciación, ya en el propio seno de las capas medias. Los sectores radicalizados fueron integrados al régimen, gracias a la obra del bacheletismo; al mismo tiempo, que el piñerismo se nutría de sus sectores enardecidos, de pequeños propietarios, para el recambio gubernamental.
¿Pero cuáles son los rasgos específicos de esta coyuntura?
A. El agotamiento del desplazamiento de las clases apoyo (2011, 2013, 2016) y la acentuación de su polarización, entre una franja enardecida (propietaria) y otra radicalizada (asalariada). Esto marca un límite objetivo al bloque histórico: estrecha su base social, dificulta la articulación de sus redes y alianzas, y finalmente, acentúa la crisis de representación.
B. La crisis de los proyectos históricos de la burguesía y la polarización de sus alternativas de conducción.
C. Crisis de mando al interior del Estado y, por lo tanto, en la conducción hegemónica del bloque dominante. El menor grado de unidad entre las fracciones de la clase dominante, provoca la autonomización de ciertos aparatos que reciben la influencia de estas fracciones. Por ejemplo, en casos recientes, la disputa entre el capital forestal y exportador. Esta presión afecta la unidad del mando, abriendo los aparatos de Estado como un abanico que expresan diferentes estrategias parciales de enfrentamiento.
Lo verdaderamente importante, es que la ofensiva político militar sobre el movimiento de resistencia popular es el objetivo estratégico del gobierno; aunque momentáneamente haya sido desbaratada después del asesinato de Camilo Catrillanca. Para resolver la crisis de reproducción ampliada y acumulación de capital, así como para remontar los niveles de productividad del trabajo e inversión de capital.
Objetivamente, el movimiento de resistencia popular impulsa la huelga de masas: la imbricación de la lucha económica y política; el avance de las formas de lucha, organización y coordinación de masas.
Para identificar sus perspectivas, es necesario reconocer cuáles son los sectores en que descansa la fuerza del movimiento de resistencia popular.
Existen, hoy por hoy, tres sectores fundamentales:
A) mapuche (anticolonial)
B) feminista (antipatriarcal y popular)
C) huelgístico
Es decir, de la lucha obrera, feminista y mapuche, se conforma el caracter anticapitalista, antipatriarcal y anticolonial del proceso revolucionario actual.
La estrategia del bloque obrero revolucionario supone la conformación de una alianza de clases-fuerzas revolucionarias subalternas, considerando el papel central de la vanguardia social revolucionaria.
Plataformas de combate (objetivos y reivindicaciones de las masas) y resistencia (detener medidas del gobierno).
Impulsar Huelga General como forma táctico-estratégica de enfrentamiento, fundamental del periodo, para dar paso a la contraofensiva política de masas, que supone:
1. Control obrero de la producción o control huelguístico.
2. Control territorial
3. Lucha reivindicativa.
4. Formación de fuerzas y milicias revolucionarias.
Impulsar reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias de vanguardia en los Comités de Resistencia.